Probablemente, si la determinación me acompaña, esta sea la última entrada de este blog. Después me iré a vivir a Ciudad de Memoria.
Para cuando leáis esto, ya estaré allí, conversando con los avatares de aquellos a quienes conocí.
Bueno.
Hablar.
Wittgenstein en el Primer Tractatus ya nos enseñó que el lenguaje es solipsista y que la comunicación es imposible.
Y sin embargo, Gramsci, mucho antes que Mandela, nos enseñó que había que encontrar espacios de libertad individuales.
Bueno.
No temáis, sed como sóis, y ya sabéis, #desobedeced y eso. Y desobedecedéros.
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