es que siempre me han gustado las tardes de abril.
aunque la luz no baste, -nada es suficiente-, cada día, casí a cada hora, hay más.
me gusta pasear hasta mi mar, que suele estar tranquilo y turquesa. me gusta oir a los vencejos, a los aviones, las golondrinas, los gorriones, mientras tomo el café del desayuno en mi cocina. el cielo vuelve a ser promesa de luz que no basta.
aunque la luz no baste, me gusta el viento de poniente y de abril: es humedad en la piel, es frescura en el cuerpo. es un viento que agita mi ropa y me lleva a lo alto de la gavia, donde nunca estaré.
el viento de abril le da frío a las adolescentes,
visten plumón y jersey de lana,
llevan minifalda.
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