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5.16.2014

Lola, la de los gatos

Si veis a Lola, la de los gatos, saludadla. Lola, la de los gatos, va encorvada, acaso tendrá setenta años, quien lo sabe, nadie se lo pregunta.

Lola, la de los gatos, en algún momento, eligió (fue más valiente que yo). Lola, la de los gatos, decidió que no podía permitir que los gatos no tuvieran quien los amara. Desde entonces, quién sabe cuando, Lola, la de los gatos, dedica el día a recorrer la ciudad dejando pienso entre las rendijas de las vallas que tapian solares a la espera de mejor suerte; agua, en los tabancos del casco antiguo o en las rejillas de ventilación de los desolados residenciales de la casi clase media.

- ¿Hace tiempo que no le veo, ha estado usted malo?
- No, Lola, es que no hemos coincidido.
- Qué bonico es el perro -le he dicho cien veces que es una perra, pero a Lola, la de los gatos, le da igual-, antes, aquí, estaba la tienda de Paco, el panaero.
- Si, no me había fijado.
- Ya no dejan ni sitio para dejarles el agua, cabrones.

Si veis a Lola, la de los gatos, saludadla. Pero, si miráis al cielo y os fijáis, aprenderéis a descifrar las rutas de las aves. Es la ruta de Lola, la de los gatos, que alimenta a las palomas. 

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