de los actos. de las actuaciones, de las no actuaciones.
no, estoy empezando mal. en realidad, queriendo hablar de otra cosa, estoy hablando de "consecuencias", es decir, de las repercusiones que lo que hago o lo que no hago, tengan. tienen.
si yo te mato, mis razones tendré, lo mínimo que puedo esperar es que me condenen. que me señalen con el dedo. que digan de mí: "eres culpable". eso no siempre sucede así. no en nuestra sociedad. nos buscan refugios, excusas, razones, para que eludamos la culpa. y así vamos, escurriendo el bulto y mirando hacia arriba, hacia los lados, preguntándonos porqué pasan las cosas.
yo quería hablar de la consecuencia con uno mismo, con su manera de pensar, de ser.
por supuesto, claro que esto cambia a lo largo del tiempo. pero hay raíces, creo, que se quedan plantadas y fructifican, se hacen más fuertes a lo largo del camino: el amor por los atardeceres, la paradoja de las risas con amigos, el deseo de conocer.
ser consecuente es activo, las consecuencias de los actos son pasivas, nos caen encima. y nos las merecemos.
qué aburrido es hablar de ética sin contar una novela, por eso Lisbeth debe vivir.
música, maestro.
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